Si hay un país donde la cerveza sea considerada una religión, ese es sin duda, Bélgica.
En cada monasterio había un sitio especial dedicado a la elaboración de cerveza. Una vez hecha, los monjes le daban sabor con una mezcla de hierbas denominada "gruit" o añadían lúpulo que actuaba como un eficaz conservante.
Bélgica tiene una gama sorprendentemente amplia de cervecerías y estilos de cervezas auténticas y coloridas que no se podrá encontrar en ningún otro lugar del mundo. Su tradición data a más de 2000 años.
Por su alta estimación a nivel social y cultural la cerveza belga es considerada como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.